miércoles, septiembre 16, 2009


LA RED

Una red sencilla me pusieron en la espalda
la noche más sola, cuando empecé el camino,
para atajar momentos y vivirlos muy hondo
para ponerle al día un instante de sueños,
de ilusiones, de risa verdadera, de aliento
vestido como flor, como libro o promesa.

Pero la red no sólo atrapaba lo bello
que el mar de la existencia arrojaba a la playa
sino hombres y gente con pasado y deseos,
gestos duros; los peces que la ola me daba.
Peces que en mis dos hombros herían, cansaban
como para dejar la red en el camino,
no caminar la arena, no recordar la noche
ni ese deseo hondo de caminar la playa.

Mas me detuve a amar esa pesada carga,
a ver mis peces fuertes, pesados como piedras
y al verlos con los ojos del corazón, los tuve.
Fueron míos al verlos, al sentirlos y amarlos
y el amor poco a poco los transformó en gaviota.


Marina Tapia

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